viernes, 10 de junio de 2016

Instrucción para el alma. (Iniquidad - 2da parte)


INSTRUMENTOS DE INIQUIDAD

“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Romanos 6:12-14

Iniquidad es una palabra que poco se menciona en los estudios bíblicos o enseñanzas. Buscando las raíces y significados me he dado cuenta que su significado es mucho más profundo de lo que yo pensaba. Cuando Dios me inquieto a escribir, a investigar y ensenar sobre estos temas, realmente yo no sabía la profundidad y complicaciones de lo que es la iniquidad.

Del griego Adikia que significa injusticia (ilegalidad), equivocado, inmoralidad, injusto.  La definición de esta palabra incluye iniquidad, perversidad, depravación, culpabilidad y castigo o castigo por la iniquidad o consecuencias de la iniquidad.

 Así la iniquidad, es decir lo torcido o desviado son todos aquellos actos erróneos o torcidos que nos alejan de hacer la voluntad de Dios. Dios diseñó un camino para el hombre, un destino, una función, pero esa función o destino ha sido torcido por el pecado. Es la maldad que permitimos en nuestra vida la que nos aparta de estar en el propósito de Dios y el destino que él tiene para nosotros.

La biblia dice que nuestras iniquidades nos apartan de Dios, aun no nos dejan escuchar su voz:
“pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. Isaías 59:2

Pero lo que más me llama la atención es la sabiduría escrita en la biblia desde tiempos antiguos, la biblia dice claramente que nuestras iniquidades afectan a nuestros hijos hasta la tercera y cuarta generación. Esta realidad se manifiesta como una fuerte influencia o tendencia a pecar o por la maldad. La concupiscencia es un deseo ardiente o un deseo de pecar que no cesa, nunca satisface. Esta concupiscencia ya está con nosotros en nuestros sentidos y nuestros deseos.

Según Wikipedia: En la teología cristiana, se llama concupiscencia (del latín concupiscen) a la propensión natural de los seres humanos a obrar el mal, como consecuencia del pecado original.

Es decir esta concupiscencia es consecuencia del pecado desde Adán y Eva. Con estas bases podemos entender más el significado de este pasaje:

“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Romanos 6:12-14

Así pues nosotros podemos ser instrumentos de iniquidad o ser instrumentos de Justicia. Dos cosas opuestas. La iniquidad es todo lo torcido, todo lo pervertido, todo lo que está afuera de la ley de Dios. Y la justicia es todo lo correcto o recto delante de los ojos de Dios.

Si hablamos de un sistema legal que existe en todo reino o gobierno. La justicia seria cumplir con las leyes de ese gobierno. Todo lo que está fuera de las leyes de ese gobierno será ilegal, será injusticia o iniquidad por estar torcido o pervertido.

“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias…

No reine o no gobierne el pecado en nosotros, en nuestro cuerpo, en nuestra vida, ya que el pecado quiere reinar hasta que le obedezcamos por completo, así hacernos esclavos del pecado de tal modo que le obedezcamos.

…ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”.
Cada vez que la concupiscencia quiera reinar o gobernar en tu vida, debes presentarte a Dios como instrumento de justicia, como vivo entre los muertos. Es decir ofrecerte a Dios en adoración y en ofrenda. Pídele a Dios que el reine, pídele ayuda a Dios.   

…Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. 

La manera en que vencerás el pecado es sometiéndote a la gracia de Dios. Sométete a la gracia. La iniquidad cosechara culpabilidad y condenación, frustración y temor. Someterte a la gracia es saber lo que Dios ha hecho por ti, para que tú seas un vencedor. Reconoce hasta donde llegan tus fuerzas y donde comienzan las fuerzas de Dios en tu vida.

Jesús te dice:

“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.  Juan 8:32

Conclusión:

No podemos culpar a nadie de nuestros pecados, de las iniquidades que hemos dejado que nos gobiernen y nos alejen de Dios.  Cada quien sabe su problema de pecado y debilidad y debe ser tratado por la palabra de Dios. Si estas luchando con tu debilidad, déjame decirte: Cada uno de nosotros somos responsables de nuestros pecados, no podemos culpar a nadie aun cuando el pecado de otros nos afecta. Debemos reconocer que nuestras fuerzas están limitadas para luchar contra el pecado. Pero debemos esforzarnos en la gracia que es de Dios para seguir buscando del poder de Dios para vencer el pecado en nuestra vida. Conociendo mas la verdad que es Jesús mismo.

Tú debes hacer todo lo que este de tu parte por apartarte de la iniquidad, y donde se acaben tus fuerzas debes dejarle a Dios la parte que el promete.

“No te desampararé, ni te dejaré” Hebreos 13:5b



0 comentarios:

Publicar un comentario