viernes, 8 de abril de 2016

Jesucristo, esperanza de salvación y sanidad.


Juan 5
El paralítico de Betesda
 1 Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
    2 Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
    3 En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
    4 Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.
    5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
    6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
    7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
    8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
    9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo[a] aquel día.

Ese pobre paralitico tenía pocas esperanza de quedar sano. Su condición era muy frustrante ya que  estaba impedido de moverse y entrar en las aguas que lo sanarían. Cada cual a su alrededor miraba su necesidad. En ese momento nadie pensaba en su prójimo.

Hoy quizás estamos atravesando una situación similar, nuestras esperanzas se esfuman al ver en la condición que estamos. Lo que anhelamos cada vez es más lejano, sueños que parecen que nunca se concretarán. Estamos solos; nadie nos tiende una mano.

De repente aparece Él, Jesús, quien desde siempre nos estuvo mirando, siempre pensando en nosotros y nosotros no nos damos cuenta quien es el que se ha acercado a preguntarnos: ¿quieres ser sano?, ¿quieres hoy alcanzar tus sueños?;  Y le preguntamos cómo Señor (porque no lo conocemos) y le relatamos nuestras miserias y hasta nos justificamos. Pero Él ordena: se sano, alcanza tu sueño, alcanza tu milagro.

Hoy el Maestro sigue haciendo milagros y nos sigue preguntando: ¿quieres ser sano?. Hoy puedes recibir tu milagro porque Jesús dijo "al que cree todo es posible". Tu éxito solo depende de Jesús por más que estés solo en una multitud, el te ha visto y va a tu encuentro, ¿le abrirás tu corazón?

Señor Jesucristo, oro por todos mis camaradas que sufren en soledad y sus esperanzas se han agotado, que hoy reciban el consuelo y el amor que solo Tú puedes dar. Que al invocar tu nombre sean sanos y libres de sus cadenas, porque viniste a darnos libertad. Amén y amén.

Ariel Lucero – Ministerio a los Uniformados.-





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