2 Corintios 1:3-5
El Dios de toda consolación.
3 Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre misericordioso y Dios de toda consolación,
4 quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que
con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos
consolar a todos los que sufren.
5 Pues así como
participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por
medio de él tenemos abundante consuelo.
Camarada, no dejes de mirar a tu alrededor, seguro que
alguien necesita del consuelo que tu recibiste un día, ese consuelo que salió
del corazón de Jesucristo cuando estuviste abatido.
Ariel Lucero – Ministerio a los Uniformados.-

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