lunes, 11 de abril de 2016

En los hombros.-

2 Corintios 1:3-5

El Dios de toda consolación.

3 Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación,
4 quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.
 5 Pues así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo.

Camarada, no dejes de mirar a tu alrededor, seguro que alguien necesita del consuelo que tu recibiste un día, ese consuelo que salió del corazón de Jesucristo cuando estuviste abatido.


Ariel Lucero – Ministerio a los Uniformados.-

0 comentarios:

Publicar un comentario